En España existen realidades fronterizas distintas a lo largo del territorio, pues se producen diferencias significativas entre las fronteras peninsulares y aquellas que están fuera del continente europeo: las Islas Canarias y las ciudades autónomas de Melilla y Ceuta. Todas, ubicadas en el norte de África y comúnmente conocidas como Frontera Sur. Esta frontera, por su posición geográfica, al ser frontera Sur terrestre y marítima con África, es para la Unión Europea un enclave estratégico en el marco de las políticas de control migratorio europeas.
La migración es en la actualidad una prioridad global, siendo la acogida e inclusión un parte esencial de la gestión de esta. Sin embargo, a lo largo de los últimos años, se presenta la acogida como una respuesta meramente humanitaria de carácter emergencista. Si observamos la historia, aunque los flujos migratorios han ido variando a lo largo del tiempo en nuestro contexto, siempre se han mantenido constantes. Las llamadas “crisis migratorias” no serían hechos puntuales, si no cíclicos en un territorio que es una de las puertas al continente europeo. La falta de previsión, coordinación y organización institucional provoca sensación de desbordamiento, inseguridad y pérdida de control en la población de acogida y conlleva la deshumanización de las personas migrantes, que ven reiteradamente vulnerados sus derechos.
En 2022, junto al Grupo de Acción Comunitaria (GAC) y la Coordinadora de Barrios, iniciamos una investigación para evaluar las condiciones de acogida de la Frontera Sur española, en la ciudad de Melilla e Islas Canarias. La falta de información, la deshumanización y las condiciones de hacinamiento, no hacen más que reavivar los impactos previos que sufren las personas en movimiento.